viernes, 22 de noviembre de 2013

23 de noviembre 2013: una semana en marruecos


Vuelve a ser de noche en Agadir. Ya no suena la música en el hotel y a estas horas la mayoría de la gente duerme en sus habitaciones. Son las 2y30 de la mañana y es el primer día que me quedo hasta tan tarde, pero no importa, mañana tengo el día libre; mi primer día libre.

Sigue habiendo muchas cosas que no me gustan, y tengo que hacer un gran trabajo para estar tranquila en este lugar. 

Hoy, viernes, el tema de la ropa era muy elegante y por eso parecía que se celebraba una gran fiesta, de hecho, la fiesta de despedida para muchas de las personas que mañana vuelven a sus casas, después de unos días de vacaciones. 

Cuando me he sentado a observar todo lo que se movía alrededor de la piscina, lo primero que he pensado ha sido de nuevo en que estoy invirtiendo mi tiempo, que hago aquí, con toda esta gente que a simple vista parecen tan distintas a mi. Pero seguidamente, como si saliera de mi cuerpo, me he visto a mi misma, con un vestido negro que nunca me pondría en mi vida fuera del clubmed, maquillada, con zapatos de vestir y un pensamiento me ha venido a la cabeza; que persona tan diferente a mí. Si no me conociera, si no supiera quien soy (aunque a veces pienso que no soy, sino que me estoy haciendo), tal vez no me acercaría hablarme solo por el exterior. 
¡Cómo nos ayudan (o no) las apariencias!

Entonces he entendido que aquí todos somos iguales; que tal vez debajo de todo lo superficial sea capaz de encontrar seres magníficos, que pueden enseñarme cosas a las que jamás llegaría por mí misma. No puedo negarme a ofrecer mi cariño, mi amor, mi compañía, mi alegría o mis abrazos a alguien que existe tanto como yo.

Y he decidido disfrutar de mis compañeros. De toda esta gente que aunque muchos vivan para hacer esta locura en el hotel, son también personas. Y tengo que amarlas igualmente.

Por lo demás, cómo ya dije que iba a intentar, hago mi trabajo y desaparezco. Estoy lo justo y necesario en la "vie en village" y procuro siempre acercarme a la gente con la que creo que voy a sentir más paz.

No me siento sola porque sé que estáis ahí. Mi familia y mis amigos. Aunque a veces me gustaría hablar largo y tendido y confirmar que no estoy loca por pensar que esto es de lo más irracional que he vivido.
Realmente no me da tiempo a echar de menos, ya que el rato que tengo libre intento no pensar demasiado. Y si echo de menos no se a quién ni cómo, aunque para explicar esto necesitaría más tiempo. Son demasiados pensamientos, demasiadas emociones las que se entrecruzan.

Ya es de noche en Agadir.

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